sábado, 20 de abril de 2013

Medio Oriente y el Petroleo

MEDIO ORIENTE Y EL PETROLEO 


Región Medio Oriente. El Medio Oriente ha sido una de las regiones más convulsas del mundo en las últimas décadas. Dos factores esenciales lo han determinado: en primer lugar, implantación del Estado de Israel en 1948 en plena Palestina, punto de partida largo conflicto árabe-israelí; en segundo lugar, la gran riqueza petrolera que atesora su subsuelo y que ha despertado las apetencias monopolistas e imperialistas lo largo del siglo XX.

Desde que en 1908 se descubriese el primer yacimiento importante de petróleo en Irán, los países desarrollados, especialmente los EEUU, consideraron estratégicamente importante la creación de estados que fuesen leales y, al mismo tiempo, deudores en esa zona del mundo. Así, en 1922 se apoya la creación de Arabia Saudí y en 1961 se reconoce a Kuwait (que hasta ese momento había sido una provincia iraquí). Pero lo más importante viene después. La radicalización del Baas iraquí –que había derrocado a la monarquía con un golpe militar en 1963- tras la llegada de Sadam Husein al poder y su alianza con la Unión Soviética sembró la alarma de las potencias occidentales y en menos de cuatro meses (desde el 15 de agosto al 2 de diciembre de 1971) se reconoció a otros tres nuevos estados en la zona: Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. En otras palabras: donde había petróleo se puso un emir o un rey y se reconoció a un país.

Se da la circunstancia que las reservas que se conocen están, en sus dos terceras partes, en Oriente Medio. Según los datos del Stadistical Review of World Energy del año 2006, el último publicado por ahora, de unas reservas totales de 1’2 billones de barriles de petróleo Oriente Medio cuenta con el 61’9% y son dos países, Arabia Saudí e Irán, los que encabezan en ranking con el 
22% y 11’5% de esas reservas, respectivamente. Es decir, que son dos países quienes poseen un tercio de las reservas mundiales de petróleo. Un dato que nos puede ayudar a comprender no sólo la importancia de conflictos como el de Iraq, sino las amenazas que se vienen vertiendo contra Irán.

Con estas cifras a nadie puede extrañar que Oriente Medio sea, desde la década de 1980, una zona de intervención imperialista. Quien diseñó esta estrategia es el hombre que hoy aparece como adalid de la paz en el mundo, el ex presidente estadounidense James Carter, curiosamente, Premio Nobel de la Paz. La excusa fue el triunfo de la revolución islámica en Irán, en 1979, que derrocó al régimen corrupto y brutal del Sha, un hombre que había sido calificado como “un pequeño imperialista local” y que contaba con el aval de occidente. Es algo que dice Cyrus Vance, quien fuese Secretario de Estado de EEUU (Ministro de Asuntos Exteriores) con Carter, en sus memorias: “Dentro de la nueva estrategia militar de los Estados Unidos, que se basaba en la experiencia de la derrota en Vietnam, los gobiernos de Nixon y Ford y con el apoyo de Kissinger insistieron en que el Sha de Irán garantizara la estabilidad y gobernabilidad en la región”.






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